viernes, 5 de marzo de 2021

Señor, enséñanos a orar

En Lc 11,1 se cuenta que uno de los discípulos de Jesús al verlo terminar su oración le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”. Jesús le comienza a enseñar y le indica que se dirija a Dios como su Padre porque Él es su creador, que le pida que venga su reino, que Él sea el Rey y soberano de su vida ya que su reino se legisla por la ley del amor, que se cumpla aquellas dos leyes que enseñó: “Amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo”. Además, que le pidamos al Padre los alimentos para tener buena salud, puesto que con salud podemos trabajar, estudiar, cuidar de los demás, etc. Nuestra salud es muy relevante por eso Jesús se la pasaba curando a los enfermos.

Finalmente, Jesús nos indica que le pidamos perdón a Dios y no nos deje caer en tentación. Dios sabe que somos imperfectos, débiles, que estamos en constante aprendizaje, que santo no es el que no cae sino el que reconoce su error, se levanta, mejora y continúa. Dios siempre está dispuesto a perdonarnos como aquel padre de la parábola del hijo pródigo.

En Mt 6,6 Jesús dice: “Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo” la oración es ese diálogo con Dios que se puede tener a cualquier hora y lugar, ya que Él siempre nos escucha, puedes contarle de tu día, tus alegrías, penas, proyectos o sueños y solicitar su ayuda, eso te mantendrá en conexión con Él y sentirás su paz. El valor de la oración no depende de la cantidad de palabras, lo que da valor es nuestra actitud y amor a Dios, de querer estar en sintonía con Él y obedecerlo.